domingo, 26 de octubre de 2014

MAMIS AZULES

Me hace gracia cuando escucho a otras mamás  quejarse de la cantidad de cosas que tienen que hacer al cabo del día. De las cosas que les preocupan. No quiero menospreciar a nadie ,simplemente me hace gracia , no quiero que se me malinterprete.

Si digo esto es porque lo que para  mí es importante para ellas es algo que jamás se les ha pasado por la cabeza . Nunca se han parado a pensar en ello.

Esto es porque nuestros hijos, me refiero a Adrián, crecerán ,madurarán , y harán su vida como nosotros lo hemos hecho.Pero para José Luis ,no sabemos, cada día , cada minuto, lo vives con tal intensidad que acabas agotada.

Para mí empezar el día supone un  reto en la vida de mi hijo. Me despierto cada día pensando que pasará con él cuando yo no esté.
Me da pánico pensar en ello. Me duele tanto que no puedo ni llorar.

Me río cuando hablan de duelos, para una madre todos los día son duelos. Quiero a mi hijo tal y como es, no cambiaría nada de él, lo adoro. Pero también sufro cuando veo lo mal que lo pasa cuando no entiende lo que sucede .

Una madre no pasa el duelo y ya, se acabó el dolor. Este dolor nos acompañará siempre porque el amor que sentimos por nuestros hijos es tan grande que somos capaces de trasformar una rabieta en abrazos y risas.

Convertimos esas miradas fijas mientras esperas en la sala del consultorio en un "cucú-tras" para que tu hijo no se sienta mal.

Volvemos a ser una niñas  en el parque para que tu hijo juegue como uno más y no te importa tirarte por el tobogán , jugar al fútbol, llenarte de barro con tal de ver su cara de felicidad.


Pasamos noche tras noche sin dormir y aún tenemos fuerzas para seguir trabajando con nuestros hijos.

 Para nosotras es algo cotidiano  ir al hospital cada dos meses. Al final te das cuenta que tienes más trato con la psiquiatra y neuróloga de tu hijo que con muchos miembros de tu familia.

Te das cuenta de la gente que realmente está a tu lado.  Incluso te ves desplazado por la propia familia, es muy duro , pero es la realidad.

Cuando estoy en el colegio de Adrián me doy cuenta de que valoro la vida de otra manera. ni mejor ni peor ,simplemente diferente.

Al final te acabas rodeando de gente que simplemente ven en tu hijo lo que es, UN NIÑO .

Aprendemos a llorar sin lágrimas , a gritar en silencio.
Mi corazón se rompió en mil pedazos y cada batalla que mi hijo le gana al autismo es un pedazo que se une en mi corazón.

Esto simplemente es un poquito de como me siento como madre de un ángel, porque para mi los niños con TEA son ángeles.



                       



                                          NUESTROS ÁNGELES AZULES.